La Pluma de Marlene
Esta nota se publicó en el suplemento " Las 12" de Pagina 12 el 20 /4 /2001, y disparó la creación de la sede de FECO Argentina
Marlene Pohle hace caricaturas donde se burla de todos, incluso de Videla y de Scilingo. Esta argentina premiada en todo el mundo acaba de exponer sus trabajos en la Alianza Francesa y preside la sede alemana de la Federación Europea de Dibujantes Humorísticos (FECO), una organización donde los integrantes hacen reír en todos los idiomas.
Por Ana von Rebeur
La dibujante, caricaturista e ilustradora argentina Marlene Pohle es una mujer importante en un ámbito casi exclusivamente masculino. Desde hace 9 años reside en Stuttgart, Alemania, donde preside la sede alemana de la Federación Europea de Dibujantes Humorísticos (FECO). Su tarea es unir a los dibujantes de todo el mundo en muestras y eventos internacionales de humor gráfico. Marlene dice que parte de la premisa de que nadie debe tomarse a sí mismo demasiado en serio. Su papá le regalaba lápices y papeles como único juguete. Tal vez de ahí, deduce ella, le venga esto de que dibujar haya sido su único hobby, toda la vida. Esta alemanota de ojos azules, pelo rubio y sonrisa fácil, nació en Buenos Aires el 24 de setiembre de 1939. Estudió magisterio y lenguas extranjeras, y trabajó como maestra de alemán en escuelas primarias. A los 21 años viajó becada a Alemania, donde residió dos años. Luego volvió, se enamoró de un cordobés de La Falda y empezó a hacerse conocida por los dibujos que publicaba en Hortensia, la mítica revista cordobesa. ¿Una hija de alemanes entre Negrazón y Chaveta? No, si vua... Su entretenimiento infantil pasó a convertirse en una profesión seria. Aprendió técnicas nuevas en los talleres de artistas plásticos como Italo Grassi, Juan Sol, Mila Bravo Aguilar y María Rosa Tola, en Córdoba y Mar del Plata, donde residió durante un tiempo. Pero ningún maestro pudo imprimirle demasiada formalidad a su obra. Lo suyo no era el óleo, sino el satírico plumín."Los tres años en Hortensia fueron cortos, pero muy intensos. A la revista me llevó la cordobesa Cristina Wargon y éramos las únicas dos mujeres en el staff: ella en letras y yo en dibujo. Todos formábamos una gran familia en torno de Cognini y la verdad es que más que trabajo aquello era una fiesta continua: nos divertíamos en grande con nuestras reuniones creativas".
Por Ana von Rebeur
La dibujante, caricaturista e ilustradora argentina Marlene Pohle es una mujer importante en un ámbito casi exclusivamente masculino. Desde hace 9 años reside en Stuttgart, Alemania, donde preside la sede alemana de la Federación Europea de Dibujantes Humorísticos (FECO). Su tarea es unir a los dibujantes de todo el mundo en muestras y eventos internacionales de humor gráfico. Marlene dice que parte de la premisa de que nadie debe tomarse a sí mismo demasiado en serio. Su papá le regalaba lápices y papeles como único juguete. Tal vez de ahí, deduce ella, le venga esto de que dibujar haya sido su único hobby, toda la vida. Esta alemanota de ojos azules, pelo rubio y sonrisa fácil, nació en Buenos Aires el 24 de setiembre de 1939. Estudió magisterio y lenguas extranjeras, y trabajó como maestra de alemán en escuelas primarias. A los 21 años viajó becada a Alemania, donde residió dos años. Luego volvió, se enamoró de un cordobés de La Falda y empezó a hacerse conocida por los dibujos que publicaba en Hortensia, la mítica revista cordobesa. ¿Una hija de alemanes entre Negrazón y Chaveta? No, si vua... Su entretenimiento infantil pasó a convertirse en una profesión seria. Aprendió técnicas nuevas en los talleres de artistas plásticos como Italo Grassi, Juan Sol, Mila Bravo Aguilar y María Rosa Tola, en Córdoba y Mar del Plata, donde residió durante un tiempo. Pero ningún maestro pudo imprimirle demasiada formalidad a su obra. Lo suyo no era el óleo, sino el satírico plumín."Los tres años en Hortensia fueron cortos, pero muy intensos. A la revista me llevó la cordobesa Cristina Wargon y éramos las únicas dos mujeres en el staff: ella en letras y yo en dibujo. Todos formábamos una gran familia en torno de Cognini y la verdad es que más que trabajo aquello era una fiesta continua: nos divertíamos en grande con nuestras reuniones creativas".
Justicia del papel
En 1992, ya divorciada y aprovechando sus conocimientos de alemán y su oficio de maestra, viajó a Alemania contratada por diversas editoriales para ilustrar libros de aprendizaje de lenguas extranjeras para alemanes. Le daban el texto y tenía que ilustrarlo. Su agudeza visual la llevaba a hacer esos típicos dibujos de libros de idiomas con infinitas situaciones callejeras que el alumno debe describir en otro idioma. Aunque eso le sigue dando de comer, no se quedó sólo con los libros que enseñan a pensar en otra lengua, sino que se anotó en cuanto concurso y festival de caricaturas aparecía. Así fue acumulando primeros premios y prestigio internacional. Recientemente ganó premios en Italia (HumorFest XI, Foligno), Francia (Jonzac), Holanda (Eindhoven) y en España (Curuxa Gráfica, de La Coruña). En los últimos tiempos fue jurado de festivales de dibujo y humor en Bélgica (Festival de Knokke Heist 1998), Cuba (Bienal del dedeté 2000), Alemania (Humor Político de Stuttgart, 2000), España (Certamen de Caricatura y Dibujo Humorístico de Tenerife 2000) y Turquía (Simposio "Oriente-Occidente", Estambul, 2000). Desde 1997, fue presidenta de FECO, en Alemania. "Me dieron el cargo a mí porque era algo que nadie quería hacer. Se trata de servir de nexo entre los salones, muestras, exhibiciones, ferias y festivales de dibujo, caricaturas y humor, y los dibujantes de todo el mundo. O sea que informo a los dibujantes acerca de todas las muestras y colaboro en la organización de éstas. Esto me tiene viajando constantemente por todo el mundo, llevando dibujos de acá para allá y participando como jurado en varios concursos. Las muestras permiten a los dibujantes exhibir sus obras, figurar en catálogos que leen los editores y, de este modo, hacerse conocer para publicar en distintos países", explica. Esta dama de energía inagotable llegó a la Argentina para inaugurar una muestra de sus trabajos que se exhibió en el Espacio Historieta de la central de la Alianza Francesa en Argentina hasta hoy. Precisos, prolijísimos, todos ellos muestran la aguda visión del mundo de una mujer que se reconoce preocupada por la temática humana y particularmente obsesionada por la injusticia social. "Viajando por todo el mundo, organizando muestras internacionales, pude conocer gente de todo el planeta. Así me di cuenta de lo parecidos que somos todos en todas partes". Esto también la ayuda a evitar las nostalgias de su patria. "Mi corazón está acá. Es donde estoy más cómoda. Pero también me pasa que no me siento en ninguna parte tan a gusto como estando en contacto con dibujantes. Son gente que habla sin rodeos. Mientras con otros amigos termino hablando de bueyes perdidos, con dibujantes hasta del otro extremo del mundo me doy cuenta de que vamos al núcleo del tema en segundos. Tenemos una mirada entrenada para observar con detalle cosas que a otra gente le pasa desapercibida. Y aprovechamos esa agudeza para reírnos de todo, para denunciar lo que está mal, para criticar con la esperanza de hacer justicia, aunque sea desde el papel. Ser argentina es muy útil en esta tarea. Los argentinos somos muy criticones", afirma sonriendo. No hay tema con el que Marlene no se atreva: se ríe de los políticos, de las monjas y hasta de Videla y del arrepentido Scilingo. Caen de maduras dos preguntas: ¿cómo pudo una sudaca tener tanto éxito en Europa, y para colmo siendo mujer? "Nada es fácil en ninguna parte. Nadie te regala nada y a mí me costó mucho llegar adonde estoy. Pude hacerlo porque el sustento me lo da la ilustración de libros de texto y en eso soy muy buena. Tampoco me sentí discriminada por ser argentina. El resurgimiento de grupos neonazis en Alemania hizo que todo el mundo tenga miedo de parecer racista, por eso se cuidan mucho de mostrar algún rasgo de xenofobia. En Francia o España no se cuidan tanto, y ahí sí uno puede sentirse mal por ser extranjero. Pero en Alemania el trato es de igual a igual, y más si una habla alemán. Además, ayuda mucho ser rubia y de ojos claros. Tal vez si fuera morocha, todo sería distinto...", reconoce. "Tampoco me sentí discriminada por ser mujer. El protagonismo de la mujer creció enormemente en Europa. Ojo: las alemanas se siguen quejando de que el trato es desigual y de que son discriminadas. Pero yo creo que no tienen de qué quejarse: nunca vi tantas mujeres en puestos jerárquicos como en los últimos años". Y ahora sí, la pregunta más obvia: ¿qué pasa con las mujeres humoristas? "En este ámbito, como en cualquier otro donde haya que emitir opinión, hay más hombres que mujeres. Y siempre me pregunto por qué. Con el sentido de observación que tienen las mujeres, tendría que haber más humoristas. Pero creo que los hombres tienen una cultura de bar, de estar en la calle mirando, a la que la mujer no tiene acceso, por estar más puertas adentro, ocupadas criando hijos. Pero también puede ser que las mujeres tengan más sentido estético. El humor gráfico tiene que animarse a afear las cosas. Y eso a los hombres no les cuesta nada: son más lanzados, no se autocensuran. Pero estoy generalizando: entre las nuestras, tenemos a Patricia Breccia, ¡que se anima a cualquier cosa!". Con tres hijos de 31, 32 y 34 años, y dos nietos, a la edad en que muchas señoras se dedican a mirar telenovelas y tomar el té, Marlene sigue recorriendo el mundo con un objetivo claro: "Quiero llevar a todas partes el dibujo humorístico, que trasciende las fronteras de idiomas, para mostrar la única gran verdad: que todos somos un poco ridículos y que no tiene sentido tomarnos demasiado en serio. Lo mejor que podemos hacer es reírnos de nosotros mismos. Además, estoy convencida de que dibujando se pueden hacer fuertes denuncias y luchar contra la injusticia. Si esa crítica social llega al otro lado del mundo, provoca una sonrisa y deja a alguien pensando, me doy por satisfecha". No es casual que Marlene, que empezó enseñando idiomas, termine dedicándose al idioma más internacional, el que todo el mundo entiende sin palabras, al que no necesita traducciones: el dibujo.
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