viernes, 20 de marzo de 2009

LAS MUJERES DIBUJANTES DE HUMOR EN ALEMANIA Y EN AMÉRICA LATINA, por Marlene Pohle



Marlene Pohle

Me permito escribir esta nota, por un lado con la convicción de que tengo una buena razón para analizar cómo trabajan las mujeres dibujantes en Alemania y también las de América Latina, ya que soy argentina y viví en mi país la mayor parte de mi vida, pero hace 18 años que resido en Alemania, donde gracias a muchos factores pude abrirme en esta querida profesión un camino más amplio que en mi propia tierra. Por otro lado tengo mis dudas acerca de cuán creíble y veraz puedo llegar a ser en ambos casos, puesto que estoy hablando de todo un continente y de un país europeo, ricos ambos en cultura gráfica y periodística, pero diametralmente opuestos en sus tradiciones y posibilidades.

Por estas dos razones recurrí también esta vez a una estrategia que me permite ser elástica: utilizo Internet, un medio tantas veces criticado como ponderado, para interrogar a algunas de mis colegas de aquí y de allá sobre temas puntuales, y luego uno o desuno criterios para intentar armar una nota coherente.

Viendo que es una manera eficaz de comparar pareceres, y contando casi siempre con una extraordinaria solidaridad y con análisis impecables de mis colegas femeninas, puedo sentarme alegremente a contestar una vez más a la eterna pregunta que se nos hace en cualquier punto, idioma o situación del planeta, y que es (me duele hasta el escribirla): “Por qué hay menos mujeres que hombres en el dibujo de humor y el de prensa?”


Es cierto que hay menos mujeres que hombres en nuestro oficio, pero esto también es un hecho en otras ramas de la vida laboral. Teniendo en cuenta que la apertura de la mujer a la vida pública y artística es muy tardía, que por ejemplo en Francia, país catalogado como modelo republicano, las mujeres tan sólo obtuvieron el derecho a votar en 1944 y que en Alemania ellas ganan hoy día, en pleno siglo XXI, en término medio un 23% menos que los hombres, estoy convencida de que las mujeres dieron últimamente un gran paso adelante en el mundo del humor gráfico.

Refiriéndome al país donde vivo, Alemania, debo decir que la prensa alemana no se destaca mucho por su apertura hacia el humor gráfico, y no es que sea por falta de dibujantes, mujeres u hombres, ya que a mi juicio la mayoría son de un muy buen nivel. Es probable que haya un cierto desinterés por parte de los medios y de los patrocinadores, mas no por parte de los lectores, quienes reconocen que países como Francia, Bélgica o Gran Bretaña o bien los países del Este europeo tienen una proyección mucho mayor hacia la caricatura política, y también se lamentan de tener ese handicap.
Específicamente las mujeres dibujantes publican más en revistas que en los periódicos. Pero también las hay quienes participan en concursos y ganan premios.

Renate Alf, conocida y exitosa dibujante alemana, nos hizo una pequeña estadística sobre la participación de mujeres en el concurso de dibujo de prensa de la ciudad de Dresde, que se realiza todos los años. En 2009, una de cada cinco participantes eran mujeres, y la ganadora del segundo premio fue Kittihawk, una dibujante femenina.
Alf misma aborda temas cotidianos como la educación, la escuela, la mujer y el volverse mayor, el ser abuela, todos éstos temas que le tocan vivir a ella misma y que por eso sabe de qué habla y qué dibuja.
En cambio Sabine Voigt, algo más joven, dibuja sobre la política, la economía, la sociedad, la emancipación y la familia.

Otra dibujante alemana, Christiane Pfohlmann, quien se dedica tanto al humor político de prensa como a las caricaturas rápidas en eventos, no sabe si este trabajo es más difícil para mujeres que para hombres, y agrega que en todo caso si así fuese, seguro que evitarían decírselo.
En su tares diaria de prensa Pfohlmann trata exactamente los mismos temas que sus colegas masculinos.

En la frontera de la Suiza francesa y la alemana vive y trabaja Caro, una joven dibujante muy dinámica que reflexiona si las mujeres no tendrán una falta de confianza en sí mismas o bien si ellas se sentirán menos mordaces que ellos. Yo agrego por mi parte que la mujer en sí está adquiriendo una autoestima muy fuerte, cosa que está demostrada en muchos cargos políticos y sociales a nivel internacional. También en el dibujo de humor y de prensa.
Pero sí es posible que no nos sintamos tan mordaces, tan “cretinas” en los aspectos de atacar ciertos temas, utilizando estos términos en su mejor sentido crítico.

No quiero dejar de mencionar a otras colegas que publican periódicamente, que son conocidas y respetadas en la prensa de lengua alemana y que trabajan bien, con remuneraciones que seguramente son tan arbitrarias como las de nuestros colegas masculinos, pues en esta profesión esto es subjetivo y sujeto a la mayor o menor importancia del medio. Además de las nombradas anteriormente están Frederike Groß, Uschi Heusel, Katharina Greve, Bettina Bexte, Barbara Henniger, Petra Kaster, Miriam Wurster, etc. También yo hago lo que puedo y siempre con el mayor de los placeres.

Creo que hay un buen equilibrio en el estilo de las dibujantes alemanas, sobre todo porque veo en ellas la utilización de su inteligencia al servicio del grafismo, omitiendo más que nada las banalidades.




Al contrario del alemán, el público latinoamericano es por lo general más consumidor de humor gráfico, a pesar de que sus posibilidades económicas suelen ser menores. Aquí mis colegas femeninas tienen más dificultades para publicar, ya sea por este problema o porque los hombres todavía son los dominantes en el rubro.
En todo caso existe un buen número de mujeres dibujantes con mucho coraje y que se abren camino, logrando muchas veces posicionarse satisfactoriamente.

Nani, dibujante colombiana, nos dice que en Colombia no hay más que dos mujeres que publican periódicamente, y que es imposible vivir de este trabajo, debiendo por lo general recurrir a tareas afines o a otra profesión para obtener mayores ingresos.
Aquí me pregunto yo, viendo la situación en declive del mundo editorial universal, cuántos de los y las dibujantes de Europa vivirán actualmente en forma holgada publicando diaria o semanalmente? La mayoría de nosotros/nosotras somos autodidactas, freelance, independientes, algo exóticos/as, por suerte luchadores con un humor a toda prueba, pero que muchas veces ejercemos profesiones paralelas para vivir mejor.

A Nani le parece que el hecho de ser mujer puede resultar incluso interesante en nuestro trabajo, por lo general según el editor de turno. Algo parecido piensa también la suiza Caro, es decir tenemos esta especie de utilización del encanto femenino tanto en una latinoamericana como en una europea.

Siendo yo una convencida de que tanto hombres como mujeres podemos abordar cualquier tema para el dibujo de prensa o de humor, que aquí no se trata de cuál de ambos sexos está o no más “capacitado” en ciertos temas, y que cada uno/una de nosotros/as tiene que saber discernir inteligentemente qué hacer para no caer en lo vulgar o en la ofensa personal – condiciones únicas que deberían evitarse -, quiero recalcar que el trato de los temas banales, los de relaciones o de tonterías femeninas me molestan muchísimo en el humor gráfico.

Por esto debo referirme a los amplios y críticos comentarios realizados por la dibujante mexicana Araceli Sollano García.
Esta colega ve que también en su país la mayoría de las mujeres dedicadas al dibujo de humor derivan y se quedan en el diseño gráfico, por tratarse de un medio mejor remunerado y de menor compromiso. Araceli critica abiertamente esta postura, porque según ella, que está inmersa en una cultura machista, a las mujeres les resulta más fácil conseguir una cita con un editor que a un hombre, no sólo por los “encantos femeninos” a los que aluden Nani y Caro, sino también porque hoy por hoy se asume un “buen rol social” al darle empleo a una mujer; esto permite al empleador de turno poder decir que en su periódico hay una mujer en el departamento de ilustración, lo que está muy bien visto.
Araceli se lamenta que en América Latina no se llegue aún al reconocimiento y a la igualdad, y le molesta esa suerte de fraternidad que hay entre los hombres en esta profesión.
Por ejemplo cita dos ejemplos, referidos a dos de los más importantes medios periodísticos actuales de México.
En “Milenio” le publican un dibujo a Maricruz Gallut, pero en formato más pequeño que a los cartoons de dibujantes hombres.
“El Chamuco” le publica hasta 4 páginas por mes a Cintia Bolio, una dibujante importante que hace una crítica social muy aguda. No obstante, su nombre no aparece en la primera página, entre la lista de sus colegas masculinos.

Otro aspecto que Araceli - y no sólo ella - encuentra absolutamente negativo, es la mala costumbre que se tiene en nuestra querida Sudamérica de buscar y encontrar un trabajo y oportunidades a través de las relaciones de amistad o de familia, más que por su propio talento. Nuestro bien conocido “amiguismo”, tan común sobre todo en la política.
Para Araceli el colmo del cinismo es el hecho de llegar a estar orgulloso/a de haber tocado a las puertas para obtener esos favores, y de contárselo además a todo el mundo.

Araceli, quien dibuja sobre temas como la mujer en su lucha personal, critica el rol de abnegación de ciertas mujeres quienes, obligadas a ser madres buscan la liberación en una actitud permisiva. Hace falta –dice – que las mujeres saquen lo mejor de sí mismas, viviendo su libertad con responsabilidad.
Uno de sus personajes, Anita Malita, muestra a una mujer que se aburre de ver al hombre como su enemigo, ella es responsable de sí misma y de su sexualidad.

En cuanto a cantidad de mujeres dibujantes en América Latina, el hecho de que hay muchas, o por lo menos muchas más que hace una veintena de años, pudo ser comprobado con la convocatoria que hicieron en 2006 las colombianas Guiomar Cuesta y Nani, organizando una exposición internacional de dibujos de humor y de prensa, llamada “Las Mujeres en el Arte de

la Caricatura”. Todos estuvimos gratamente sorprendidos por la calidad y la cantidad de trabajos recibidos, los que siguieron llegando aún después de la fecha límite y de la publicación de las obras.

Dibujantes sudamericanas que publican regularmente, que son reconocidas y que luchan a la par que sus iguales masculinos demostrando su talento y su amor por la crítica gráfica son muchas más de lo que creemos. Sé que soy injusta al no mencionar a todas, pero la memoria o el tiempo para seguir investigando me juegan una mala pasada, no obstante quiero nombrar aunque sea a algunas de mis colegas talentosas, y que me perdonen las que omito. Conozco cómo luchan y se posicionan, además de las que nombré anteriormente, por ejemplo a Patricia Breccia, María Claudia Re, Petisuí, Ana von Rebeur, Maitena, Raquel Orzuj, Cintia Bolio, Elena Ospina, María Centeno, Miriam Alonso, Vilma Vargas Vallejo…



En lo que me concierne a mí personalmente y a mi trabajo como dibujante de humor y sólo ocasionalmente dibujante de prensa, mis obras se refieren a conflictos sociales, religiosos o políticos, según mi inspiración o la rabia que me invade al enterarme de las muchas resoluciones hipócritas del gobierno de turno, obras que suelo enviar a – algunos – certámenes y a medios periodísticos que me publican a veces. O bien los utilizo para realizar exposiciones, y también suelo enviarlos a ciertos sitios de Internet especializados en humor gráfico.
Una de mis últimas tareas es recrear o reutilizar mis varios cientos o quizá miles de personajes que le robo a mi entorno trasladándolos rápidamente a un pequeño block que llevo siempre encima, gente que pasa por mi vida en la calle, en el café, en un aeropuerto o en una sala de conciertos, y que nunca se enterarán de que fueron eternizados en el papel. Caricaturizados o fotografiados con mi ojo y plasmados con un lápiz o una fibra, estos seres que no son inventados sino que siguen su camino por el mundo sin saber de mi manía gráfica, adquieren más tarde un poco de color y una mayor síntesis sobre un hermoso papel de dibujo de buen grano y adecuada graduación, se pasean por alguna exposición en Stuttgart, en Berlín, en Lisboa o en Estambul, en Buenos Aires y en Rosario, y probablemente también bajo forma de un libro, siempre y cuando llegara a encontrar algún editor interesado.

Si se me permite un poco de autopublicidad, mi próxima exposición será el 6 de agosto en el Centro Cultural Bernardino Rivadavia, de la ciudad de Rosario, Argentina, donde quizás venga a verse alguno o alguna de los que pasaron de mi block al papel y terminó apresado tras un cristal y un marco, colgado de un clavo que al menos esperemos no esté oxidado.




Stuttgart, Alemania, febrero de 2010.

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